lunes, 12 de marzo de 2012

Las hermanas Polgar (y III): Judit

Si nos remontamos a finales de los 50 veremos a un muchachito llamado Bobby Fischer quedando sexto en el interzonal de Portoroz, clasificándose así  para el torneo de candidatos a campeón del mundo y en consecuencia ganando el título de Gran Maestro con 15 años, 6 meses y 1 día de edad. Esta marca fue vista como una extravagancia, una muestra de la genialidad de Fischer que permanecería por los siglos de los siglos. Nadie podía batirla. Nadie. Ni el gran Karpov, que consiguió el título a los 19 años, ni el mísmisimo Garry Kimovich Kasparov, a los 18, pudieron siquiera acercarse.

Tuvieron que pasar nada menos que más de tres décadas para que la menor de las Polgar lo consiguiera a los 15 años y 4 meses. Antes batió otro récord, la maestra internacional más joven de la historia al conseguir el título a los doce años. Fischer y Kasparov, los poseedores del anterior récord, lo consiguieron a los catorce. Fue por aquel entonces cuando el ex-campeón del mundo Mikhail Tal advirtió que la niña iba a ser una seria aspirante al título mundial.

Cuenta su hermana Susan que, pese a lo dicho, era la menos talentosa de las tres hermanas. De hecho, nombra a Sofia como a la mejor jugadora de la familia, pero también la más perezosa. En cambio Judit era la más dispuesta a trabajar duro y la única de las tres que se puso como objetivo el campeonato del mundo. También cuenta algo clave para entender a Judit. Ella no era especialmente activa en los juegos, prefiriendo hacerse a un lado y observar. Observaba como lo niños se tiraban por los toboganes y se columpiaban, esperando pacientemente su turno mientras los otros niños se peleaban por él. Y mientras peleaban, ella se colaba y se tiraba por el tobogán. Paciencia y oportunidad para conseguir el objetivo.

Observaba silenciosamente a sus hermanas jugar al ajedrez. Escuchaba  las lecciones de sus entrenadores. Todavía no había cumplido los tres años. Siempre en silencio. Un día, Susan y su entrenador se atascaron resolviendo un problema. De repente, la pequeñísima Judit cogió un alfil...y dió con la solución. A partir de entonces empezaron las clases de ajedrez para ella.

Siguió el mismo camino que sus hermanas, aunque pronto quedó claro que las competiciones infantiles no eran su sitio. Decir que arrasaba es decir poco. A los diez ya estaba ganando a maestros. Su actitud silenciosa, tranquila y modesta contrastaba con su estilo de juego: agresivo, buscando siempre las posibilidades de ataque al rey, dando material a cambio de iniciativa, táctico y combinativo. Recordaba mucho al estilo de juventud de Paul Keres y Mikhail Tal, siempre al ataque sin reparar en gastos. Pero había más. Había instinto asesino. Voluntad de vencer, de ganar siempre. Como Fischer.

Judit se ganó el respeto de los grandes maestros a base de llevarse sus cabelleras. Edmar Mednis fue uno de los pocos que mantuvo su pelo intacto. Jugador de ataque nato, reconoce que tuvo que cambiar su estilo de juego para enfrentarse a la niña. "Jugué con mucho cuidado (...) ningún gran maestro quiere perder contra una niña de diez años porque significa ocupar las portadas de todos los periódicos".


A los quince años ganó el campeonato nacional húngaro y se proclamó gran maestra. Ganar el nacional húngaro no es poca cosa. Hungría era entonces -y lo sigue siendo ahora- uno de los campeonatos nacionales más fuertes de Europa, sólo por detrás del ruso y ucraniano. Ser el mejor de Hungría significa ser uno de los mejores del mundo. La entrada en la élite mundial. Con quince años.

Judit no tuvo los problemas de su hermana Susan en los torneos masculinos y en general fue bien recibida. Su carácter, tímido y modesto pero amable y abierto, ayudó mucho a eso. Aunque hubo una excepción: Garry Kimovich Kasparov.

Judit tenía 17 años y fue invitada al supertorneo de Linares. Fíjense como era aquel torneo que Alexander Beliavsky, cuatro veces campeón de la URSS -por comparar, Kasparov sólo pudo ganar el campeonato de la URSS dos veces- quedó en última posición. En la quinta ronda Judit jugó contra Kasparov que ciertamente le dió una lección de estrategia. Kasparov fue raudo a mover su caballo para rematar la faena, cogió el trebejo...y se dio cuenta que si lo movia de su actual casilla perdería la partida. Asi que lo soltó y no lo movió.

En ajedrez hay una regla que dice "pieza tocada, pieza jugada". Kasparov obligatoriamente tenia que mover su caballo, y asi se lo dijo Judit. Y empezo el lío. Kasparov negó haber tocado la pieza. Judit llamó al arbitro. El arbitro no le hizo ni caso. Judit pidio al arbitro que viera las grabaciones. Se negó. Usted juegue. En la sala de prensa se vieron las grabaciones. Kasparov pillado. Llamaron al árbitro para que las viera. El árbitro las vio. Las desestimo. Pese a que se veia a Kasparov tocar la pieza, el arbitro no admitió la grabacion como prueba. Kasparov se partía de risa. Judit rompió a llorar. Bienvenida al Kasparato, niña.

En el año 2002 Judit tuvo su venganza en el match Rusia-Resto del Mundo. Fue una partida muy tensa no sólo por el precedente anterior, también porque Kasparov llevaba bastante tiempo insultándola en la prensa de forma gratuita, diciendo cosas tan bonitas como que Judit era una "atracción de feria" y un "cachorro amaestrado", que "para ganarle no hace falta ninguna preparación", que "debe dejar el ajedrez para casarse y tener hijos", que se le pasa el arroz le faltó añadir.  Anque le reconocía cierto talento no creía que pudiera competir. "Tiene un talento fantástico, pero al fin y al cabo es una mujer y tiene todos los defectos de la mente femenina. Ninguna mujer puede sostener una lucha prolongada"

Tengo que decir que, en mi opinión, toda esas declaraciones de Kasparov  no se deben al machismo, ni a su natural bordería, no. Se deben al miedo a perder, al terror que le causaba ser derrotado por la niña. Kasparov si entendía de algo era de ajedrez y la calidad del juego de Judit estaba ahí, y eso Kasparov lo sabía perfectamente. Judit había ganado a todos los de la élite ¿Por qué no podía ganarle a él? Así que inició un ataque psicológico para desestabilizarla, para desconcentrarla, para que no fuera objetiva, para que pensara en las declaraciones y no en el juego. Todo un clásico del ajedrez de élite.

Y llegó la partida. Judit juega peón de rey, y Kasparov sorprende con una española berlinesa en lugar de su habitual siciliana. Es evidente que quería evitar la lucha táctica y aguda en la que Judit era experta -Anand bien puede decirlo- y trató de desbordarla con una batalla lenta y posicional ¿Lo ven? Kasparov  tenía miedo ¿Recuredan lo que dijo Mednis? Kasparov cambió su habitual estilo ofensivo por el catenaccio. Miedo, mucho miedo.



Con un par de ovarios bien puestos, Judit aceptó el reto y se metió en la boca del lobo, precisamente en una línea que había jugado el propio Kasparov y conocía a la perfección, cosa que debió de hacer muy feliz al ogro de Bakú. Pero no, Garry, no. Judit encontró sobre el tablero una mejora para el blanco que fijaba al rey negro en el centro, presionó centralizando sus torres y dio un baño a Kasparov en el terreno que él había elegido.  Kasparov, con dos peones menos y un final perdido, se rinde. Y siguiendo su costumbre de buen perdedor abandona la sala como alma que lleva el diablo.

http://www.chessgames.com/perl/chessgame?gid=1254283

Hay que decir que tras este zas en toda la boca Kasparov empezó a tratar con respeto -a su manera, claro- a Judit ¿y que tal una disculpa? Pues la hubo, aunque tardó unos añitos. Como ella no quería hablarle él la siguió hasta el aseo de señoras y entró por todo el morro. En esas condiciones la conversación es inevitable.

Al final tan amigos

 Kasparov no está solo. En el historial de Judit encontramos victorias sobre nueve (¡nueve!) campeones del mundo, incluyendo una mítica ante Karpov donde repite el famoso doble sacrificio de álfil de Lasker de 1889. En esa época mete su nombre en el número ocho del mundo con un elo de 2735, y es la única mujer que es la número uno de su país. Sin embargo, su asalto al título mundial se frena al seguir el camino de sus hermanas para casarse y tener hijos. Pero al contrario que ellas, no se aleja de la competición salvo por un breve periodo. Declara que la maternidad es más dura que el ajedrez y que para ella los torneos son como vacaciones. Ya que juega menos, tiene que seleccionar donde juega. Y elige jugar lo que de acceso a los campeonatos del mundo.

Su estilo madura poco a poco, cada vez más posicional, cada vez más técnico. Consigue ser la primera mujer que juega una fase final del campeonato del mundo y un torneo de candidatos. Más recientemente, en la Copa del Mundo 2011 elimina en primera ronda al número cuatro del mundo, Sergei Kariakin y llega a cuartos, donde es eliminada por Piotr Svidler que a la postre se lleva el torneo.

No se ve todos los días a un profesional (una en este caso) aceptando la derrota con una sonrisa...

Y por supuesto sigue jugando. Su último torneo fue el clásico de Gibraltar, donde era una de las favoritas. Pero no ganó. Se cruzó en su camino Hou Yifan, una gran maestra china de dieciocho años. En veinte años de carrera profesional, Judit sólo ha perdido contra dos mujeres: su hermana Susan  y la citada china. Hou Yifan está llamada a ser su sucesora. Pero esa es otra historia... 

Hou Yifan vs. Judit Polgar
En plena faena

Polgaria al completo. De izquierda a derecha, Susan, Sofia y Judit.



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