viernes, 4 de mayo de 2012

Arijan Komazec (II)




Hay veces que el destino de un niño es imposible de adivinar. Otras veces, lo imposible es no hacerlo. Es el caso de Arijan Komazec. Su padre fue jugador del Zadar en su edad dorada, y por cierto, compañero de Mark Ostarcevic, el hoy tristemente célebre en España. Así, su padre le pone a botar un balón en cuanto se pone en pie, y muy temprano ingresa en las categorías inferiores del Zadar. Es bueno, muy bueno, o por lo menos lo bastante bueno para debutar en el primer equipo a los 16 años. Para que vean como era aquella familia, la estrella del equipo es...su tío, Petar Popovic.

Aunque pronto sería desbancado por su sobrino. En su tercera temporada, a los 18 años, fue el máximo anotador de la liga, título que conseguiría tres años más, hasta el final de la competición por la guerra. En 1990 fue elegido el mejor jugador de la liga. En una liga donde estaban Toni Kukoc y Sasha Djordjevic. Ese mismo año fue campeón del mundo con la selección yugoslava.

Desgraciadamente en el Zadar no hubo éxitos colectivos. La plantilla no daba para tanto, y se tenían que conformar con perder partidos contra equipos más maduros y con la mitad de la tabla. Esto no impedía que Arijan metiera 40 puntos por partido al más puro estilo Petrovic, claro, pero no era suficiente. Hacía falta algo más.

Ese algo más se llamaba Dejan Bodiroga y acababa de convertirse en compañero de Arijan cuando estalló la guerra. En plena guerra y sin trabas legales para elegir el destino deportivo Bodiroga se marchó a Italia. Komazec le debía haber seguido, pero no lo hizo. Se quedó en el Zadar en plena guerra, jugó la primera liga croata en plena guerra, fue el mejor jugador de la liga...y perdió la final contra la Cibona de Danko Cvjeticanin.

Durante toda lo que duró la primera liga croata un tal Zeljko Pavlicevic no dejó de llamarle todos los días, e incluso vivió una odisea para atravesar su antiguo país donde todos se estaban matando y visitar a Arijan a su casa, para convencerle de que dejara Zadar y se uniera al Panathinaikos de Atenas, que le esperaba con muchas dracmas y mucha hambre de competición. El reto era destronar al Aris de Nikos Gallis, y para eso necesitaban un anotador que le diera la réplica. Y para eso no valía cualquiera.

Tras muchas reticencias, Arijan aceptó. Tenía 21 años y terror a dejar el hogar paterno. Sin embargo, esos padres necesitaban un dinero que el Zadar ya no podía ofrecerles. Así que finalmente, y ya que Pavlicevic se había tomado más molestias que el resto, aceptó la oferta y se mudó a Atenas.

Sin embargo, no pudo dar esa réplica. La directiva tenía una filosofía distinta a la de su entrenador. En lugar de querer luchar contra Gallis, prefirieron unirse a Gallis y lo ficharon. Un acierto, sí, tener a dos de los mejores escoltas de Europa en el mismo equipo. Pues no.

Komazec nunca se adaptó a la vida en Grecia ni a la competencia de un jugador como Gallis. No de forma deportiva, porque al principio anotó más que él. El punto álgido fue la final de la copa, que ganaron y en la que Komazec anotó 30 puntos. Dice el propio Komazec que al finalizar el partido

"El presidente bajó a hablar conmigo y me dijo que había anotado demasiado y que Gallis podía enfadarse".


Sí, se enfadó. Furioso por tener una sombra, Nikos Gallis planteó a la directiva el clásico o él o yo. Funcionó. Komazec empezó a tener menos minutos, menos balones, menos tiros y se sumió en una depresión cuando se dio cuenta que su entrenador no estaba a su lado. Las noticias de la guerra, la muerte de antiguos compañeros de colegio, tampoco le ayudaron anímicamente. De repente, por primera vez en su vida Arijan Komazec se sintió solo. Y no pudo soportarlo.

Su compañero de equipo Stojan Vrankovic lo sujetó en el último momento, cuando iba a lanzarse al vacío desde la cornisa de un hotel ateniense. Durante ese tiempo se especuló sobre el consumo de drogas y problemas de alcohol, pero la realidad era más simple, y quizás más dura: Depresión y ninguna ayuda.

La temporada terminó de forma esperpéntica, con el presidente del Panathinaikos, el millonario farmaceútico Pavlos Giannakopuolos, denunciando un complot arbitral y retirando a su equipo del play off final. Y por supuesto, haciendo caso a Gallis y echando a Komazec del club, al que acusó de fingir lesiones para no jugar.

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