martes, 6 de marzo de 2012

Buran

En el principio fue el verbo y el shuttle iba a ser revolucionario ya que al ser reutilizable prometía un acceso barato al espacio. Hoy sabemos que no es así, e incluso a mitad del desarrollo la NASA se dio cuenta que si no hacían un porrón de vuelos no podría amortizar el proyecto, y se dio cuenta de otra cosa aún más grave: no había ningún sitio donde ir, porque su función primaria debería haber sido transportar tripulación y carga a una estación espacial que no existía: la skylab ya había palmado, su backup nunca fue lanzada ya que no había presupuesto ni quedaban cohetes Saturn, y la Freedom no era ni un boceto todavía -ni nunca sería más que eso-. Así que la NASA tomó la decisión -hoy sabemos que catastrófica- de sustituir con el shuttle a todos los cohetes convencionales de USA. Así se creaba una demanda de misiones y se podía seguir palante.

La NASA post-apolo estaba tan acosada por problemas presupuestarios como la de hoy, y tuvo que aceptar muy contra su voluntad el dinero del departamento de defensa. Hubo que cambiar todo el diseño porque los militares querían utilizar la base de Vandenberg y alcanzar órbitas polares, así que la forma de las alas cambió -en el diseño original eran rectas- para permitir las maniobras hipersónicas en la alta atmósfera y así pudiera aterrizar tanto en la citada Vandenberg como en Cabo Cañaveral.

Esta capacidad de maniobra en la alta atmósfera fue la que desencadenó el programa Buran ¿Por qué? Porque si el transbordador podía elegir donde aterrizar, también podía virar hacia Moscú y Leningrado y realizar un ataque nuclear por sorpresa. Por lo tanto llegaron a la conclusión que el Shuttle era un arma nueva y que la URSS no podía ser menos y tenía que tener lo mismo.


Así que los soviets se liaron la manta a la cabeza y se liaron a construir su propio transbordador, no sin la oposición inicial de la cúpula de ingenieros espaciales, que consideraban que iba a ser una ruina -acertaron-, y que iba a restar presupuesto a su objetivo particular, esto es, ir a la luna de una vez por todas. Precisamente lo único que podía poner en órbita un avión de 100t al despegue era el cohete lunar que Valentin Glushko estaba desarrollando, una bestia de la clase Saturn V/N-1 llamada poco románticamente RLA. Como a Glushko lo del shuttle le importaba tres pepinos no quiso saber nada en un principio, y ni hablar de renunciar a ir a la luna. Pero el superministro de defensa Ustinov, que firmaba su nómina, le convenció con sutiles razones para que aceptara el proyecto.

Ni que decir tiene que a Glushko no le hizo ni puta gracia, ya que tuvo que cambiar un proyecto complejísimo por otro más complejo aún y, lo que era peor, adiós luna. En fin, otra vez será.

Pero lo peor de todo para Glushko es que en el diseño inicial los motores principales iban a estar integrados en la lanzadera, lo que dejaba al pobre Valentin sin cohete ya que no habían rublos para las dos cosas.Así que acudió raudo a ver a Ustinov, y le convenció de la necesidad de un superlanzador: le habló de estaciones espaciales militares con armas láser, de enórmes satélites espías nucleares, de bombarderos orbitales autómaticos (de propulsión nuclear, por supuesto). Y le indicó que nada esto era ligero, que ni el Proton ni el Buran podría ponerlo en órbita, y que necesitaban un lanzador con capacidad para poner en órbita 100t mínimo. A Ustinov lo de los láser y tal debió molarle, porque ordenó cambiar el diseño del transbordador y, lo más importante para Gluskho, dio luz verde y rublos a su nuevo cohete, conocido a partir de ahora como Energia.


Aquí pueden ver como varió el diseño


Así que al final todos se quedaron contentos: Glushko porque tendría su cohete que le habría la puerta hacia la luna y los militares porque tendrían su juguete sin utilidad definida.

El desarrollo de la nave no fue muy largo para lo que se estila últimamente -la eternidad- y en 1988 la primera nave, bautizada Buran -"ventisca"- estaba en la rampa de lanzamiento, exactamente en la rampa 37 del área 110 del cosmódromo de Baikonur, en la misma rampa que entre 1968 y 1974 se había utilizado para lanzar los cohetes lunares N1. Cuatro lanzamientos, cuatro fracasos. En la misma rampa donde un año antes había despegado el primer cohete Energia, con la nave Polyus (¡¡¡un satélite de 80 toneladas!!!), una de esas naves con cámaras, radares, láseres, lucecitas, que tan dura se la ponía a Ustinov. El cohete funcionó bien, pero por un error de software los motores de la Polyus no se encendieron y reentró sobre el pacífico. Un dineral quemado. Los rusos dijeron que fue un vuelo de prueba suborbital. Ja.






15 de noviembre de 1988, 6 de la mañana hora de Moscú. Los ocho motores cohete del Energía, cuatro RD-0120 -equivalentes en prestaciones a los motores principales del Shuttle americano- y cuatro RD-170 -quizás el motor cohete más potente de la historia, para que se hagan una idea el cohete Zenit utiliza uno como primera etapa y es capaz de poner en órbita 14 toneladas- se ponen a quemar oxígeno e hidrógeno los primeros y oxígeno y queroseno los segundos. Haciendo honor a su nombre, la nave Buran despega en medio de una fuerte ventisca con rachas de hasta 20 m/s.


Ocho minutos después la nave Buran se separa de Energia y enciende sus propios motores para alcanzar la órbita prevista. Esta vez es un éxito y lo consigue. En tierra, como en la canción de mecano, gritos, risas, llantos y champán. Es un gran logro para todos, especialmente para los defensores de la aventura lunar, que tras casi 30 años intentándolo ya tienen un cohete efectivo con el que llegar a nuestro satélite. Y para los militares, que ven como su juguete funciona.

Para los fans del viaje lunar lo que pasara a partir de ahora con la nave les traía sin cuidado, pero no para los militares. No sé si he mencionado que la nave iba sin tripulación, y se controlaba exclusivamente por sus propios ordenadores, sin intervención del control de tierra. Quedaba probar que el modo automático funcionaba; es conocido que los soviéticos nunca confiaron en la habilidad humana para pilotar naves espaciales y automatizaban el vuelo todo lo posible, recuerden por ejemplo que en la Vostok 1 los mandos de la nave iban sellados, de tal forma que si se hubiera perdido el contacto con tierra Gagarin no habría tenido forma de regresar, ya que no podía pilotar su propia nave.

2 horas, 20 minutos y 7 segundos después del lanzamiento, sobre el pacífico sur, el ordenador de la nave cambió la orientación de la nave y encendió los motores. La nave empezó a frenar y en consecuencia a perder altura. Había empezado la reentrada. El habitual silencio tenso de cada reentrada se adueñó de toda la sala de control de vuelo cuando se cortaron las comunicaciones durante el proceso, algo natural debido al plasma que rodeaba la nave. Un silencio tres veces más largo que una misión Soyuz, ya que debido a la aeródinamica de la nave la maniobra de reentrada era más suave y lenta. Cuando se retomaron las comunicaciones el silencio dejó paso al pánico al comprobar que el ordenador de la nave había adoptado una ruta de aproximación distinta a la prevista. Algo había fallado y no podían hacer nada más que mirar como su nave se perdía. No quedaba otra opción que activar el mecanismo de autodestrucción. Esperen, en las lecturas hay fuerte viento cruzado, es posible que el ordenador haya reaccionado a esto. Compruebe la ruta. Esperen. Esperen. Esperen. Hacia Yubileyniy, como previsto. Ufff.

Efectivamente, el ordenador había reaccionado a las malas condiciones meteorológicas buscando otra ruta para llegar a su destino. Otro éxito de funcionamiento ante una prueba imprevista. Todo iba muy bien. Exactamente un segundo antes de lo previsto, Buran aterrizó en la pista de Yubileyniy sin ninguna intervención humana. Durante todo el vuelo, la única vez que los humanos intervinieron fue para ordenar el despegue...y para intentar y a la vez evitar la autodestrucción de la nave.



Fue un gran éxito tecnológico para los soviéticos. Y fue el único vuelo. Jamás una nave Buran volvería a volar. La nueva Rusia heredó el sistema y se preguntó ¿para que sirve? ¿Para llevar carga y tripulación a la Mir? Buran tiene una masa de 100t y Mir, en 1991/92, con los módulos Kvant, Kvant-2 y Kristall, unas 70t. Vale más el cascabel que el gato. Eso ya lo podemos hacer con la combinación Soyuz/Progress a un coste efectivo y con total seguridad. Cada vuelo de Buran cuesta más que la carga que tiene que llevar. Necesita más vuelos de prueba. Necesita una prueba de cita espacial. Caro. Carísimo. No podemos asumirlo.

¿Y la Mir 2? No habrá Mir 2. No podemos construir una estación espacial con módulos de 100t porque esto es la rusia de Yeltsin y todo el dinero se lo han llevado los oligarcas. Acéptalo, nuestro transbordador no tiene donde transbordar. No nos sirve. Fuera. Cancelado. A los museos. La vida.

¿Y la luna? No habrá misión tripulada a la luna ¿No has oído lo que acabo de decir? Yeltsin, oligarcas.

¿Y el Energia? Se acabó. No volará más. Pero podemos rentabilizarlo vendiendolo a trozos. A los americanos les hemos vendido una versión capada del RD-170, con dos cámaras de combustión en vez de cuatro, y han flipado. Capado y todo es mejor que el mejor de sus motores que pueden meter en un cohete. Sí, que mierda de motores tienen. Pensar que llegaron a la luna y nosotros no. Dan ganas de tirarse al Volga.

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