martes, 13 de noviembre de 2012

La edad de oro (II)

La principal razón por la que José Luis tenía tanta fe en su proyecto fue por una escena que vio en un mercadillo londinense. Un chaval sentado delante de un ZX80, un televisor en blanco y negro mirando al público. Un padre detrás con un caja con cien cintas de audio de toda la vida. El chaval se pone a jugar delante de todo el mundo a un juego que él mismo ha programado. José Luis no entiende un pito, algo de un muñequito saltando de plataforma en plataforma. En apenas tres horas vendieron las cien copias.

Los primeros ZX81 que llegaron a España lo hicieron vía Investrónica, como hemos dicho antes, y se vendieron a través de El Corte Inglés. Con ellos llegaron unas pocas unidades del modelo anterior. Fue realmente una revolución, ya que fue el primer ordenador que podía comprar una familia de clase media sin arruinarse. Pero sus compradores se enfrentaban al problema de la ausencia, que no escasez, de software que correr en esas máquinas. Esto limitó mucho sus ventas, porque el único público que tenía era el del chaval pesado que quería una máquina para aprender a programar (juegos). Desde luego no había juegos que comprar, y las publicaciones eran (todavía) muy escasas. El resultado fue que las ventas no llegaron al nivel que El Corte Inglés esperaba.

José Luis conocía bien el problema, era -a otra escala, desde luego- lo mismo que le pasó con el Acorn Atom. Así que volvió a Londres y llegó a acuerdos con Artic, Bug Byte y Quicksilva para traer sus juegos a España. Al regreso  se presentó en las oficinas de El Corte Inglés con un amplio catálogo de juegos que le compraron no sin recelo y tras dudar mucho. Pero el recelo y las dudas se terminaron cuando las ventas del ZX81 se dispararon. Y con ellas, los juegos desaparecían de las estanterías.

Exitazo, pero podía ser aún mejor. Traído directamente de Inglaterra naturalmente la documentación y el propio juego estaban en la lengua de Shakespeare, lo que podía ser un obstáculo para el futuro. Así que El Corte Inglés le preguntó a José Luis si era posible traducirlos. La ocasión la pintan calva, y bajo el paraguas de los pedidos sin fin que le hacía esos tan repetidos grandes almacenes fundó su propia empresa: Investigación y Desarrollo de Computadoras. Muy largo. Indescomp suena más chic y moderno.

Y llegaron pedidos y pedidos. Y después más pedidos. Los dos programadores que contrató inicialmente quedaron desbordados. Hacían falta más para navegar entre los ceros y unos de los juegos para traducir los textos. Así que público un anuncio en la prensa para reclutar sangre nueva y que la gallina de los huevos de oro no dejara de poner.

Como respuesta a este anuncio les llegó una cinta remitida desde Badajoz. Tras el load "" y la espera, los ingenieros se quedaron alucinados con el juego que acababan de recibir. José Luis no entendió nada cuando se lo enseñaron.


1 comentario:

  1. Hala...... ahora va y nos deja con la miel en los labios!!!!! Manda huevos como bien diría el amigo Trillo.

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