domingo, 11 de noviembre de 2012

La edad de oro (I)

José Luis Domínguez no era una persona que llamara la atención excesivamente. Barbudo, con cierto sobrepeso, voz muy grave, siempre trajeado debido a su trabajo de vendedor puerta a puerta. En aquellos primeros 80 no existían llamadas pesadas a la hora de la siesta para venderte lo último en interné, como ahora, no: el vendedor venía directamente a tu casa. Y te vendía de todo: desde las clásicas enciclopedias hasta seguros de vida, pasando por un cursos de idiomas.

Precisamente era un curso de inglés lo que más vendía José Luis, y para darle mayor fuerza se le ocurrió una idea peregrina: darle interactividad al curso utilizando el televisor, donde saldrían letras, frases en plan test o similar. José Luis tenía la idea. Pero no sabía si técnicamente era posible, así queni corto ni perezoso se personó en la Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones. Le dijeron que en Inglaterra había un ordenador de bajo precio que podía hacerlo, llamado Sinclair ZX80, pero que no se distribuía en España. Las demás opciones salían muy caras.

Esto es un ZX80. Tenía un procesador de 8 bits (el Zilog Z80) funcionando a 3 Mhz y 1 Kb (sí, 1024 bytes) de memoria RAM.


José Luis vio negoció ahí. Un ordenador personal asequible era una novedad absoluta en España, y se podía forrar si se hacía con la distribución del invento. Así que se olvidó de sus cursos de inglés, y sin pensárselo dos veces se plantó en Inglaterra con un interpréte argentino, ya que como era de esperar nuestro héroe no hablaba ni papa de inglés, con el objetivo de convencer a Sir Clive Sinclair, padre de la criatura, de lo fructífero que sería desembarcar en el virgen mercado español.

Sir Clive Sinclair era un hombre delgado, de barba cuidada y recortada que calzaba unas enorme gafas modelo Rappel y que no quiso saber nada del tal José Luis, o mejor dicho de su intérprete, que llamaba todos los días a su oficina para tratar de concertar una cita. Nunca se la dio, además ya había llegado a un trato con Investrónica, una extraña empresa que era proveedor del ejército español, para entrar en España con su último invento: el ZX81.




Pero José Luis no iba a volver de su aventura con las manos vacías. Acudió a la competencia de Sinclair, Acorn(*) y compró  50 unidades de su último módelo, el Atom. Con ellas volvió a España y montó una tienda, pero no vendió ni una sola unidad. El Acorn Atom de José Luis Domínguez fracasó porque era imposible adquirir en España ningún programa para esta plataforma. Sencillamente, no servían para nada, sólo para programar.  Y nadie de a pie sabía programar.

Un Atom de los de antes...


Tuvo que cerrar la tienda, pero inasequible al desaliento realizó una lista con nombres y direcciones de ingenieros e investigadores de todo tipo, se plantó en sus casas y les ofreció la máquina como "una revolucionaria supercalculadora científica programable" a precio muy bajo, y vendió las cincuenta. Perdió dinero con el negocio, pero aprendió a las malas una importante lección: ningún ordenador triunfará sin tener una buena biblioteca de software detrás.

Entonces, se dijo, seré yo el que haga ese software.

* La CPU de tu móvil está diseñada por esta gente. Aunque ahora la empresa se llama ARM.


3 comentarios:

  1. Espero con ganas la continuación de este artículo...

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  2. Buen artículo, a la espera quedamos.

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  3. Por fin has encontrado a la musa que te inspira y yo que me alegro de ello!!!!! Qué ganas tenía de leer algo tuyo aunque sea de ordenadores campo en el que soy una completa incompetente....... Gracias tenso se te echaba de menos!!!! :))

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