lunes, 11 de junio de 2012

Ruslan

Ya está. Vasily Ivanchuk acaba de derrotar al mejor, a su bestia negra, al mejor, a Vishwanathan Anand. Es ya campeón del mundo. Bueno, falta un tecnicismo. Lo ha derrotado en semifinales. Falta la final. No hay problema. El otro finalista es un chaval de 18 años llamado Ruslan Ponomariov, ucraniano como él, y con cara de vampiro.

Y empizan a jugar, cosa hecha. Kasparov pronostica un 6-0 para Ivanchuk, dice que Ruslan ha llegado a la final de chiripa y que no pertenece a la élite. Pero, de repente, la cosa no va bien para Vasily. Pese a contar con el favor de Dios Kasparov, pierde la primera partida. Y también los nervios cuando ve a Veselin Topalov, en ese momento número seis del mundo, como entrenador de Ruslan. Bien es cierto que no era un secreto y que se anunció tiempo atrás con rueda de prensa y todo, pero Vasily no lo creyó. Pensó que era una treta psicológica y no lo creyó. De repente, le quedó claro que el chaval no se iba a asustar. Va a por él. Se había preparado para ganarle. Uno de sus mayores rivales, el búlgaro Topalov, le había enseñado a ganarle, le había enseñado sus puntos débiles en sus aperturas, y vaya si Ruslan iba a sacar partido de esas incontables horas de entrenamiento. Tras tres tablas, Ruslan gana la quinta y tras entablar la sexta se proclama campeón del mundo.

Jamás la proclamación de un nuevo campeón del mundo de ajedrez había cabreado a tanta gente. Kasparov lo despreció: "No lo he visto nunca. Podría sentarse a mi lado y no lo reconocería". Rompió todas las negociaciones con la FIDE para la reunificación del título hasta que le dieran alguien "más comercial". Explicó su triunfo diciendo que " simplemente se dedicó a recoger los puntos después de grandes errores", errores cometidos debidos a "el nuevo control de tiempo". Sin embargo, con "el nuevo control de tiempo", Ponomariov no cometió tales errores. Aunque este punto Kasparov prefirió no mencionarlo.

No se puede decir que el subcampeón del mundo se lo tomara con especial deportividad. Insulta a Ponomariov llamándole "ridículo" y remarcando de nuevo "que no pertenece a la élite". Culpa de su derrota, otra vez, al control de tiempo. Sin embargo, fue el mismo con el que derrotó a Anand y a todos los demás hasta llegar a la final. Pero curiosamente sólo en la final fue un obstáculo.

Ruslan Ponomariov no sólo tiene el récord de campeón del mundo más joven de la historia, también tiene el de campeón del mundo más menospreciado de la historia. Hay una anécdota que lo expresa muy bien. En plena olimpiada de Bled, en Eslovenia, Pono se olvida la acreditación en el hotel y no le dejan entrar en la sala de juego. El segurata, muy educado eso sí, es inflexible y se niega a dejar pasar al chaval. Hasta que alguien de la organización se le acerca y le dice. "Déjale pasar. Es el campeón del mundo".


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