martes, 26 de junio de 2012

El día que Turing no superó el test de Turing.

El Test de Turing normal es muy conocido. Vamos, eso de que un tipo les pasa preguntas a un humano y un ordenador y descubrir, por sus respuestas, quién es el humano y quién es el ordenador. Si no consigue distinguirlos, el ordenador gana. Hasta ahora ninguna máquina ha pasado el test de Turing, y no se espera que lo haga hasta, como pronto, la tercera década de este siglo.

No, no es cosa fácil, y mucho menos en los años 50 cuando fue formulada. Pero con el nacimiento de los ordenadores estalló la fiebre de la inteligencia artificial, y no sólo en el campo de la conversación. Los programadores de la época se empeñaron en demostrar que una máquina podía hacer las cosas mejor que un humano, y para demostrarlo no pocos de ellos eligieron el ajedrez.

Los comienzos no fueron muy halagüeños. El primer intento real fue en Los Alamos, el lugar de nacimiento de la bomba atómica, que en el año 1956 albergaba un ordenador llamado Maniac I que de haber existido la lista Top500 de supercomputadores en la época habría ocupado fácilmente el primer lugar. Sin embargo, este maquinón estaba muy lejos de poder calcular con solvencia en una partida de ajedrez con las reglas estándar, así que diseñaron una variante más pequeña del ajedrez para que pudiera jugar. Un tablero de 6x6 casillas sin alfiles.

Este ser antediluviano jugó tres partidas contra humanos. La primera perdió rápidamente contra uno de los programadores. La segunda recibió dama de ventaja y volvió a perder con estrépito. Había que salvar el honor como fuera. Llamaron a una secretaria cuyo nombre no he sido capaz de encontrar. Como no sabía jugar al ajedrez, le explicaron apresuradamente las reglas y la pusieron a jugar. La máquina, esta vez sí, ganó. Fue la primera vez que un ordenador ganó a un humano.

Aún así, hay un intento anterior de duelo hombre contra máquina, aunque no real. Coincidiendo con el fin de II Guerra Mundial el Turing del principio de la entrada escribió un programa de ajedrez. Que no existiera ninguna máquina donde hacer correr este programa no le preocupaba los más mínimo: sabía que iban a llegar en breve. Sí, como si fuera Sheldon Cooper.

Pero quería probarlo. Así que llamó a un colega suyo y se pusieron a jugar.Turing no jugaría según su criterio, jugaría según el programa que había escrito. Cada vez que su colega jugaba, Turing se ponía a calcular la respuesta siguiendo sus propios algoritmos, en lo que invertía casi una hora por movimiento. Una CPU humana. Con un juego mecánico y previsible la "Máquina de Papel" de Turing perdió la partida.

Alan Turing no pasó su propio test.

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