domingo, 8 de julio de 2012

Prva Liga 82/83

Nadie contaba con ellos. El año anterior no habían superado el 50% de victorias. Siempre había sido un equipo de media tabla para abajo que luchaba por mantener la categoría, exceptuando algún año bueno donde llegaron a clasificarse para la copa Korac. Pero nadie contaba con que terminaran la liga regular líderes con 16 victorias y 6 derrotas. Líderas de la Prva Liga (primera liga) por delante de Partizan, Bosna, Estrella Roja, Cibona. Conjuntos que inmediatamente empezaron una puja por hacerse con los servicios de los jugadores del modesto Sibenka Sibenik.

El principal elemento del equipo era un chaval de 18 años con pelo a lo afro que celebraba cada canasta como si fuera un gol, adorado por su público pero que ya empezaba a ser odiado por el respetable de los rivales, llamado Drazen Petrovic, que ya ejercía de líder indiscutible y principal aglutinador del juego del  equipo. Su anotador, su alma, su todo. A su lado un grupo de jugadores jóvenes pero bastante mayores que él que le obedecían sin rechistar: Srecko Jaric, Pedrag Saric, Branko Makurac, dirigidos desde la banda por el montenegrino Vlado Djurovic, un entrenador-milagro que convertiría más equipos modestos en campeones.

Con la ventaja de campo en todo el play off, primero eliminarían en cuartos a la Jugoplastika de Split, y en semifinales al todopoderoso Estrella Roja de Belgrado. Las dos eliminatorias las pasaron por la mínima y de forma incierta, consecuencia de la extrema igualdad de la liga -en los setenta, nada menos que siete equipos distintos habían ganado al menos un título-. En la final le esperaba el entonces único equipo yugoslavo que había ganado la Copa de Europa: el Bosna de Sarajevo. Aunque mantenía el bloque que le hizo campeón, sobre todo el pívot de 2,08 Rarko Radovanovic y el alero anotador Zarko Varajic contaba con dos bajas importantes: El genial base Mirza Delibasic y Svetislav Pesic, que se retiró ese año como jugador para empezar su carrera de entrenador. El resto del bloque lo componían veteranos como Sabit Hadzic y Pedrag Benacek y jóvenes como Mario Primorac y Borislav Vucevic. En resumen, un equipo experimentado, con una dura y eficaz defensa que conducía a contraataques demoledores culminados por Varajic y Radovanocic.

Con el factor cancha a favor del Sibenka, ambos equipos consiguieron ganar en su propia pista. El tercer y definitivo encuentro se encontraba el marcador 81-82 a favor del Bosna a falta de cinco segundos de concluir. Drazen Petrovic -40 puntos- asumió la responsabilidad y a falta de dos segundos se levanta en suspensión  a cinco metros de lador delante de Varajic. No encesta, pero todo el pabellón lo celebra: los árbitros pitan falta. Falta que no ha existido en opinión de Pesic, que se levanta del banquillo y como un rayo salta al centro de la pista a pedir explicaciones a los árbitros. Sólo consigue ser expulsado, a lo que sigue una monumental tangana donde varios espectadores saltan a la pista para linchar a Pesic, que se salva por piernas refugiándose en su vestuario. Finalmente, tras varias llamadas del Djurovic a la calma, el público vuelve a sus asientos y Drazen se dispone a lanzar sus dos tiros libres. Anota ambos y termina el partido. El Sibenka es campeón de liga.

Pero sólo lo fue por un día. Justo veinticuatro horas después la Federación Yugoslava de baloncesto decidión que Petrovic no había recibido ninguna falta y que había que repetir el encuentro en cancha neutral, concretamente en Novi Sad. Los de Sibenka, indignados por lo que consideraban -y lo era- el robo del siglo, no se presentaron. El Bosna Sarajevo se proclamó campeón de liga tras finalizar la rueda de calentamiento y Svetislav Pesic sumó su primer título como entrenador. No sería el último precisamente.

Así era la liga yugoslava de baloncesto. Intensa, polémica, visceral, pasional. Era un campeonato único en todo el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario