Cada soldado soviético recibía nada más empezar su servicio una pequeña
pala. Cuando el oficial a su mando lo consideraba necesario les ordenaba
cavar. En tres minutos debían ser capaces de hacer un agujero en el
suelo lo bastante grande como para poder esconderse en él, con la tierra
excavada formando un pequeño parapeto que también servía de camuflaje.
Si un tanque les pasaba por encima tenían un 50% de posibilidades de
sobrevivir -compárese con el 0% si les pasaba sin estar enterrados-. En
cualquier momento su oficial les podía ordenar avanzar, pero mientra no
lo hacía el soldado seguía cavando hasta formar una mini trinchera desde
la cual podía disparar. Así hasta que los ordenaran avanzar a otra
posición y cavar un nuevo agujero.
Pero había otra clase de
soldados que no cavaban y usaban la pala de otra manera. En sus manos,
la pala se convertía en un arma silenciosa y precisa que servía para
matar en total silencio. La pala reglamentaria del ejército soviético
medía -y en la del ruso, ucraniano y demás ex-soviéticos sigue igual- 50
centímetros de largo, con una hoja que medía -mide- 15 centímetros de
ancho y 18 de largo, lo que da mayor alcance que el tradicional cuchillo
y más precisión que el también tradicional cuchillo balístico. Esa
clase de soldados mataba -mata- con un golpe seco de la hoja de la pala
en el cuello. Esa clase de soldados tenía la misión de operar tras las
líneas enemigas en total silencio, por lo que la pala se convirtió en su
arma principal, por delante de su Kalashnikov. La guerra en PepeMusic FM.
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